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Consecuencias de la escasez de chips en el mercado

El coronavirus ha disparado la demanda de semiconductores y los fabricantes, que se concentran en Asia, no dan abasto


"Los chips están en todas partes, cuando hablamos por teléfono, cuando cogemos el coche, cuando encendemos un electrodoméstico, cualquier producto de los que manejamos a diario con un mínimo nivel de electrónica tiene por detrás un chip", explica César Franco, decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid.


Estas pequeñas piezas están elaboradas con semiconductores, generalmente el silicio. Su demanda se ha disparado en los últimos meses como consecuencia de la pandemia, que ha impulsado el teletrabajo y la demanda de ordenadores o teléfonos móviles. Sin embargo, los fabricantes no dan abasto. La demanda de chips es ahora mucho mayor que la oferta.


Foxcoon, el principal proveedor de Apple, reducirá sus entregas y Samsung ha reconocido que la falta de chips podría retrasar el lanzamiento de nuevos modelos de teléfonos móviles. Conseguir una videoconsola como la PlayStation 5 o determinadas tarjetas gráficos puede llevar meses.

También lo han notado algunas empresas españolas, como Premium, empresa especializada en fuentes de alimentación. Su CEO, Jordi Gazo, explica que la compañía puede atender a sus clientes, pero sufre "un aumento de los plazos de suministro. Componentes, como microcontroladores, que llegaban en 8 semanas ahora tardan más 20 y no los encuentras en los canales habituales". Esto le ha obligado a contar con un plan B (y un plan C) que encarece sus costes.



Una planta de chips es más cara que una central nuclear

No se podrá solucionar esta falta de chips de la noche a la mañana. Xavier Ferràs, profesor titular del departamento de Operaciones, Innovaciones y Data Sciencie de la escuela de negocios ESADE, lo resume: "Es muy difícil montar una fábrica de semiconductores. Es un proceso extremadamente complejo y caro. Una planta moderna puede costar más que una central nuclear o más que el desarrollo de un portaviones". Construir una de estas plantas desde cero necesita, como mínimo, un año y medio.


Aunque el diseño de los chips sí está más diversificado, en estos momentos la producción se concentra en Asia. Taiwán y Corea del Sur son los países que lideran el sector aunque el gigante taiwanés TSCM prevé construir una fábrica en Estados Unidos. Ahora Europa tiene entre sus planes impulsar sus propias plantas que produzcan chips.


Es un hecho que los principales contendientes de la industria ya se han puesto manos a la obra para intentar finiquitar esta escasez de chips, y en las últimas semanas o meses hemos visto noticias de inversiones millonarias en diferentes fábricas de primer orden con el objetivo de poder aumentar su capacidad de fabricación; el problema de esto es que porque se le inyecten unos cuantos millones a un fabricante no van a poder doblar su capacidad de fabricación de la noche a la mañana, sino que hay un proceso de obras de ampliación, adecuación y puesta en marcha de por medio que pueden llevar años hasta establecer una nueva cota de capacidad de producción.


La situación se agrava si tal y como parece que está sucediendo, la cadena de suministro de materias primas está comenzando a flojear y los fabricantes no obtienen material suficiente para poder copar su capacidad de producción. Dicho de otra manera, la situación actual sería a grandes rasgos la siguiente:

  • El mercado está generando una demanda de 150

  • Las fábricas solo pueden fabricar 100 a máxima capacidad. No llegan a suplir la demanda

  • La cadena de suministro solo proporciona materias primas para fabricar 80

Así pues, la situación ha llevado ya no solo a que la demanda sea muy superior a la oferta en cuanto a producción de chips, es que las fábricas ni siquiera pueden estar fabricando a plena capacidad porque no les llegan materias primas suficientes.


La cosa está bastante complicada y parece imposible solucionar los problemas este mismo año. Tendremos que esperar al menos a 2022 / 2023 que, según los analistas, será el momento en el que la demanda se normalice, y la parte buena es que para entonces estas inversiones millonarias para aumentar la capacidad de producción habrán dado ya probablemente sus frutos y la capacidad de crear chips habrá aumentado hasta el punto de suplir la demanda y crear cierto stock para pedidos futuros.



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